Vuelvo a tomarle la mano. Será un buen día, un día espléndido. Un día mágico. No puedo evitar sonreír.


Alguien me había hecho daño, o yo me había hecho daño. En aquel momento
preferí dar por sobreentendido que eras vos la causa de mis males y de mi
profundísima necesidad de morir. Que simplemente me sentía triste por estar viviendo
la historia de un adverso amor no correspondido, donde Julieta (yo) estaba a punto de
caer envenenada por sus propias lágrimas.

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