Vuelvo a tomarle la mano. Será un buen día, un día espléndido. Un día mágico. No puedo evitar sonreír.


Hoy hace mucho frío fuera y dentro de mí. Pienso que tal vez siempre fue así pero estaba ciega, entonces ahora sí puedo darme cuenta porque ciertas cosas me fueron abriendo los ojos de a poco. Quise escaparme un poco de la realidad pensando que todo iba a cambiar con el tiempo, pero ya ves: mañana van a ser ocho meses y todo sigue igual. Mal. Este email puede parecerte muchas cosas, incluso un email como cualquier otro de los cientos que te mandé durante meses. Pero este es diferente, es el de despedida. No me voy por una semana o por dos, me voy de tu vida para siempre porque sé que estoy de más. No me necesitás tanto como yo a vos y muchas veces me dijiste que en las relaciones hay que dar y recibir por igual; no se está cumpliendo esa regla. Siento que siempre sentí más que vos. Entonces digamos en nuestra relación no existe un equilibrio. O no nos vemos
nunca, o estamos peleados… siempre hay un tema para discutir entre nosotros. No tuvimos ni una sola semana de paz en ocho meses. Creo que es importante un poco de relax, creo que llegó el día, ¿no? El tema de vernos más seguido también quedó en la nada. Ya ves: durante el año te veo (si se te antoja) dos veces por semana. Ahora estoy en vacaciones, no te voy a ver ni una vez. Hoy no, tiene una reunión de amigos. Mañana tampoco, viaja. Qué tiempo me dedicas de tu vida? ¿Cuatro horas por semana? ¿eso es un noviazgo? “Con respecto a vernos más seguido, sabés que se complica un poco: mis horarios, los tuyos, estamos un poco lejos, etc; pero vamos a tratar”. No. No te creo una palabra más.
Ahora ni siquiera nos vemos los días que supuestamente nos teníamos a que ver. Olvidate. A los dos nos gusta que el otro nos diga cuánto nos quiere, pero ninguno de los dos obtuvo nunca lo que quiso. Nunca fue bastante, no nos alcanzó. Tal vez a vos sí te
alcanzó, porque no necesitaste nunca verme. Pero no fue suficiente para mí, que te quise con el alma y no podía verte jamás. Tampoco tuviste en cuenta que además de escuchar
“te quieros” hay que demostrarlos. Shakespeare dijo alguna vez: “no ama quien no lo
demuestra”.
Creo que describe perfectamente el “amor” que me tenías.

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