Vuelvo a tomarle la mano. Será un buen día, un día espléndido. Un día mágico. No puedo evitar sonreír.

El demonio de la indecisión se enfrentaba a ella, la provocaba, la desafiaba. ¿Por qué no responder? No lo sabía. Pero cuando lo miró a los ojos, buscando la respuesta que necesitaba, vio al hombre del que una vez se había enamorado, y de repente todo se aclaró.
—Me gustaría.

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